No hay nada que más me guste que sorprender aunque sea un poquito.
Si alguien me invita a una Comunión estoy segura de que espera que uno de mis regalos sea una fofucha. Pues ale, sigue esperando porque puede ser que sea que sí o que no. Y si es que no, a saber qué idea tramaré.
Menos mal que voy a pocas Comuniones, sino mi cabeza no daría para tanto.
Este año comulgó el hijo de una de mis mejores amigas y por variar acabé preparándole un libro de firmas.
La idea era dárselo y que él, después de la comida, se dedicase a ir de pariente en pariente recogiendo dedicatorias. Ja, ja, jamones.
Bonita idea la mía porque la de él fue: " ale, ahí tenéis el libro, os lo vais pasando". Y el libro se quedó al inicio de una mesa.
A partir de eso tomé yo el relevo y que bien nos lo pasamos con el dichoso libro. No sabía que podía dar tanto de sí porque una cosa es hacer uno para alguien que te lo encarga y otra ver qué uso se le da de verdad en uno de estos eventos.
GENIAL.
Se que dentro de unos años lo cogerá y leerá todo lo que le escribieron quienes le querían. Y se reirá, mucho, mucho, muchísimo.
Que idea mas original! Los libros de dedicatorios son geniales, la gente te cuenta lo que quiere en ellos y luego al leerlos disfrutas muchísimo recordando ese día y anécdotas graciosas. Es muy bonito
ResponderEliminarSaludos
Anda que sí. Y las primeras dedicatorias son tímidas pero cuando luego se anima la gente.... Acaba siendo muy divertido
EliminarGracias por tu vista