Había una vez una casa con una habitación luminosa.
La habitación tenía una mesita y la mesita un cajón.
Dentro del cajón había un joyero.
El joyero era de madera, sencillo y pequeño. Dentro de él se escodía lo mejor.
Algunas veces, las apariencias engañan y lo más bonito está debajo. Sólo hace falta fijarse un poco para descubrirlo.
Aún me queda hacer otra tanda como esta y me gustaría que estuviesen preparados para enviarlos el lunes. Como veis este fin de semana,
climatológicamente triste, va a ser muy entretenido.
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me encantan, me encantan...preciosas y yo tengo la miaaaaaa :))) bss
ResponderEliminar¡Que bonitos y originales! Son preciosos ^^ Besotes!
ResponderEliminar¡Qué monada! Son de punto de cruz, ¿no? Cuando era pequeña hacía, pero creo que nunca terminé nada de lo que empecé. Jaja.
ResponderEliminarBesos.